Ayer tuve que ir a Vitoria a la mañana. Llegué a las 6:30 con mi padre para poder estar a las 8:00 entregando la matrícula de la universidad. Tras llevar a cabo las gestiones dí una vuelta por la ciudad, pudiendo sacar algunas fotos, como esta sacada hacia las 12:00 a los tranvías que la recorren.
Aunque no tuviera demasiadas esperanzas de ver gran cosa, el día resultó ser bastante curioso: volvió una dresina a media mañana que salió horas antes de allí, y además, al volver de dar una vuelta y almorzar, estaba apartado allí el Tranvía Bahía de Cádiz, al que saqué varias fotos, por ejemplo ésta junto a un 120 sirviendo un Alvia a Madrid-Chamartín hacia las 10:33.
En fin, saqué varias fotos interesantes en la estación "patatera" y después pensé que estando allí debería aprovechar y acercarme a pasar la tarde a Miranda de Ebro. Después de intentar pagar con un billete en la máquina expendedora (cosa que resultó imposible) y darme otra vuelta por la ciudad buscando un cajero de Kutxabank para poder ingresar el dinero en la tarjeta, adquirí un billete para el Regional Express 16204, que tenía programada su salida a las 14:30 y la llegada a las 14:57. Llegó a la estación la grafitteada 440-203, y al montar en ella no me percaté de la invertivilidad de los asientos, un detalle que no conocía y del que hice uso inmediato tras ver a un señor usarla.
253-030 parada junto a la 470-110 que serviría el RE a Miraflores a las 15:00.
Casi media hora después de un placentero viaje solamente mancillado hacia el final por las estridentes risas de una viajera, que hablaba por teléfono con una amiga a la que comparaba con el pillo Lazarillo de Tormes por las andanzas que ella le contaba, llegué a la mítica estación de Miranda de Ebro. Nada más salir del Regional noté el ligero olor a creosota que emanaba de las traviesas de madera calentadas por el sol que aún dan su servicio en la inmensa playa de vías, como siempre llena de mercancías a la espera de partir o reanudar su marcha. Los ferroviarios, tanto los de camisa azulada y pantalones de pinza como los de chaleco reflectante también campaban a sus anchas, como debe ser, y hacían que aquel caos de vías y cable tuviera orden.
252-029 junto al Alvia a Madrid a las 16:15.
311-108 maniobrando con un corte siderúrgico hacia las 17:00.
Mientras sacaba fotos al material que vagaba por allí (una 319 de Tecsa de la que no he encontrado la foto, todas las que véis por aquí...) vino un auscultador de vía. Pensé que se acercaría algo más a la estación, pero nada más acercarme comenzó la vuelta al depósito, por lo que la fotografía que tomé tuvo que ser recortada.
Auscultador Ultrasónico de vía hacia las 15:30.
Poco después, me percaté de la presencia de un señor con una cámara en el andén, con el cual inicié una conversación usando mi efectivo aunque quizás rudimentario inglés. “There’s not so much going on here”/“no hay mucho movimiento por aquí” me dijo, yo no le contrarié a pesar de que no estaba muy de acuerdo con él, aunque quizás él estuviera acostumbrado a un tráfico más intenso. Tantos trenes, tantas llegadas y salidas, tantas maniobras... abruman a cualquiera que no esté acostumbrado al trote hasta en una tarde tranquila en Miranda, que nunca defrauda. Este señor resultó ser un amable holandés que durante sus viajes de negocios saca algún que otro rato para acercarse a la estación más cercana y sacar algunas fotos que guarda para sí mismo. También después me encontré con un señor armado con un trípode y un chaleco reflectante, pero no tuve oportunidad de charlar con él.
Tras disfrutar de una tarde muy ferroviaria tomé el Media Distancia 18063, el Madrid Chamartín-Irún, en el que la experiencia de viaje fue algo menos cómoda que en el humilde Regional Express, tanto por los grillos de las piezas como por el traqueteo que producía una molesta maleta que descansaba en el compartimento de equipaje. Salí de Miranda a las 17:41 y llegué a Zumárraga a las 18:52, de donde inmediatamente salí para tomar un autobús de la linea GO05 que me llevase directamente a mi pueblo.