lunes, 29 de junio de 2020

Camino al exilio

 En el corriente número de la revista Hobbytren se publica un articulo que orgullosamente firmo titulado “Estación del Norte de San Sebastián: desafío al patrimonio industrial ante la llegada de la alta velocidad”, tratando el tema evidente. Quién sabe qué pensaría aquel niño rubio que era yo hace más de 15 años, a quien su “abuela postiza” Mª Carmen compraba revistas ferroviarias en el por entonces añejo kiosco de Jon en Beasain, si le dijeran que más de una década después algunas de sus fotos e incluso un artículo aparecerían en una de aquellas revistas que tanto le fascinaban y que tanto le costaban elegir de entre las tantas colgadas en aquel añejo escaparate… quizás le sorprendería más ver su firma en las fotografías, y más precisamente si alguna lo hiciera en la de portada, que era lo único a lo que reparaba aquel niño en sus momentos de minuciosa selección y posterior lectura, aunque por la misma regla de tres tampoco hubiera reparado en el autor de la fotografía. También se sorprendería de saber que conocería compañeros que le ayudasen y aconsejasen, que complementasen con sus fotografías su escrito… o que incluso, cumpliéndose los posteriores augurios de su padre, que lo animaba diciendo que en algún momento conocería a gente con la que compartir esta afición, conocería también a los autores de la brillante fotografía de portada y de una de las contraportadas del número, Iván e Iker. Se sorprendería de tantas y tantas cosas… mejor dejemos a aquella criatura que disfrute de su concienciosa y feliz lectura mientras se dirige a la estación de Beasain, donde durante la espera al cercanías que lo llevaría de vuelta a casa pasarían ante sus ojos 269’s taxi con infinitos portacoches, tandems con MegaCombis y 440R’s. 


Pero volviendo de las ensoñaciones y los recuerdos, tratemos el tema concerniente a la fotografía de hoy. Ayer circuló la noticia de que, a raíz de la compra de 36 coches de la serie 2000 -junto con otros 15 coches variopintos, 6 10000, 6 9600 y 3 9000- por parte de los CP, se iban a trasladar 18 de los apartados en Plaiaundi a Vilar Formoso. Tal composición, encabezada por una 253, la 060 para ser exactos, iba a ser sin duda algo digno de ser visto, y, viendo que el día amanecía nublado, he decidido acercarme a la estación de Legorreta, donde la longitud de su playa de vías daba sin duda sitio de sobra para que el largo tren entrase completo. Allí, hacia las diez de la mañana, me he encontrado con Nabor, mi fiel y longevo amigo billabonatarra. Tras ver pasar el Teco a Abroñigal arrastrado por la 253-096, que mi compañero no ha podido captar, en el siguiente cercanías a Irún ha llegado otro compañero, el beasaindarra Beñat, y tras esperar un buen rato siguiendo el rastro del tren por medio de varios avisos, al fin, la megafonía anunciaba el paso de un tren sin parada. Apelotonados como podíamos, uno detrás del otro, y aguantando la ligera llovizna, hemos admirado y captado el paso de esta dichosa circulación. 

Tras ello, Nabor y yo nos hemos dirigido al encuadre del paso superior que se situa en las inmediaciones de Cerio, encuadre que descubrí medio año antes cuando acompañé a Iker a captar un largo portacoches remolcado por un par de Traxx. Allí, al poco de aparcar el coche y empezar a remontar la cuesta que lleva al punto álgido del puente, ha aparecido otro vehículo, del que han bajado dos A.F.N.I. (aficionados al ferrocarril no identificados). Tras colocar las cámaras en posición y relajarnos por la información que nos llegaba de que el tren aún iba por Legazpi, me he acercado a advertirles que estuvieran tranquilos, que aún faltaba bastante; sin embargo, estaban mejor informados que yo y me han respondido que en realidad acababa de pasar Araia. Además, Vladimir, que en compañía de Andrés estaba esperándolo en Ezquerecocha, me ha avisado al poco de su paso, así que no he perdido mucho el tiempo y me he quedado ya alerta junto a la cámara. 

Al poco rato el tren ha hecho acto de presencia y hemos podido fotografiarlo a nuestro gusto, tras lo cual el otro par de aficionados se ha marchado, seguramente a perseguirlo a lo largo de la línea. Nosotros hemos tomado la dirección contraria y hemos ido camino al viejo apeadero de Bakaiku, a investigar un poco. Allí nos ha pillado por sorpresa un portacoches en dirección a Lezo remolcado por la 253-047, tras lo cual hemos vuelto a casa por el puerto de Otzaurte, pues pensábamos que el accidente de un camión que se ha empotrado contra la mediana a la altura de Idiazabal habría colapsado la N-I en la calzada descendiente del puerto de Etxegarate. 

Sin duda es una lástima que estos coches tengan que buscar un futuro mejor en el extranjero, pero es preferible a que se pudran aquí. De todas formas probablemente los volvamos a ver en un futuro sirviendo trenes como el Surexpreso u otros servicios posibilitados con la liberalización, de la cual se aprovecharán las empresas ferroviarias públicas de ámbos países vecinos -sea justo o no-; los franceses con la mira puesta en la Alta Velocidad, y los portugueses puede que, más discretamente, en el ferrocarril convencional. Como acérrimo liberal que soy, solo espero que los nidos de políticos inútiles enchufados e inútiles que son las directivas de Renfe, Adif y el Ministerio de Fomento se hundan en la miseria por no mirar más que por llenarse sus propios bolsillos a costa de los demás. La esperanza es lo último que se pierde, pero como nos lo demostró el desaparecido Arco, basta que esperes algo, como que un tren aguante un año más sobradamente, para que pase lo contrario.

Dedicada a Nabor, por subir tantas veces Etxegarate conmigo y en espera de subir muchas más.