sábado, 28 de noviembre de 2020

Fotografías con trampa


Hace unas semanas colgué esta fotografía en mi cuenta de Instagram con la siguiente descripción: “La "sosteniblemente" vinilada 253-045 pasa por Las Trianas de camino a cargo del químico Villafría-Hendaya. Mientras, una 600 cruza el puente en dirección a la universidad, 18-IX-2020”. Ciertamente, la foto tuvo bastante éxito y la pintoresca escena del cruce llamó la atención a bastante gente que incluso se animó a comentarla: alguien la comparó con una famosa fotografía tomada por Enrique Guinea probablemente entre 1914 y 1915, en la que un convoy del extinto ferrocarril métrico Anglo-Vasco-Navarro encabezado por la locomotora Nº4 “Vitoria”, de tipo 0-3-0 construida por la Falcon Engine & Car work Ltd. de Lougborough (Gran Bretaña) en 1887, se cruza por medio de un paso elevado de reciente construcción con otro del Ferrocarril del Norte, que sería seguramente un expreso a Madrid remolcado por la por aquel entonces recién estrenada vaporosa 4012, de tipo 2-4-0 Mastodonte, las cuales elevaron la velocidad de los servicios a los 90km/h. Dicho paso superior servía, antes de que el ferrocarril de vía estrecha se extendiera hacia el sur a Estella, únicamente al ramal que lo enlazaba en la estación del Norte con el de vía ancha. Y es que la comparación tiene cierto sentido, es más, hay ciertos detalles que la hacen digna de semejante paralelismo. Casualidades de la vida, saqué la foto protagonista de hoy desde ese mismísimo puente que aparece en la vetusta foto, pues tras el cierre de la línea en 1968 fue reutilizado como paso peatonal y el tranvía de Euskotren, que desde su inauguración en enero de 2019 pasa por encima de la caja de vía del viejo Norte en dirección al sur de la ciudad, es de ancho métrico al igual que el antiguo Vasco-Navarro.

La mencionada fotografía de Enrique Guinea, conservada en los fondos de la sección fotográfica del Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz..

Pues bien, mi fotografía no es más que un mero montaje. Fue ideada durante la espera que precedió a la toma original, ya que el Alvia a Barcelona que venía delante del mercante pasó con cierto retraso haciendo que tuviera que esperar pasando frío y con riesgo de mojarme; el contexto meteorológico no era agradable, y como el aviso fue casi inminente no tuve demasiado tiempo de abrigarme como era debido. Así pues, como la foto no iba a tener suficiente encanto así sin nada especial que la adornase y teniendo en cuenta que ya tenía cazada la brillantemente mantenida 045 meses antes, pensé que para que la espera mereciese la pena tomaría una foto del tranvía cruzando el puente para así acoplarla a la foto original. Después de que el Alvia pasara segundos después del paso de un tranvía, confirmé que la casualidad sería casi imposible de captar y me reafirmé en acometer la mencionada edición, obteniendo como resultado la foto que véis, y que espero que alguien pueda captar alguna vez con más mérito y sin ayuda del fotomontaje. Sin embargo y en mi defensa, también la del Vasco-Navarro es una foto “preparada”, pues los integrantes de la tripulación del convoy de vía estrecha y algún que otro curioso más que sale en la foto posan alegremente al paso del expreso.

 


Hemos llegado ya al ocaso de este 2020, año inolvidable para bien y para mal. En este año marcado por la pandemia era un reto difícil disfrutar de la afición y de la vida en general, pero se ha hecho lo que se ha podido. No ha sido un año bueno para nuestra sufrida afición, pues en un abrir y cerrar de ojos han desaparecido los últimos coches convencionales, multitud de servicios que antes amenizaban las horas, ha vuelto a la carga la "Fundición de los Ferrocarriles Españoles" aunque se le haya podido parar los pies para salvar una rama de Talgo III entre otro material de interés, y, como guinda del pastel, ha desaparecido la revista HobbyTren, un medio de divulgación de esta afición que desde hace más de 25 años hacía llegar a los kioskos una muestra de nuestra afición sobre todo al tren real, y que cautivó durante años las miradas de niños como yo, que viendo aquellos impresionantes posters desplegables se inspiraba a hacer todo tipo de dibujos e incluso fotos de índole ferroviaria, con la cámara de dos megapíxeles de sus padres, claro. Pero este fatídico 2020 ha llegado ya casi a su fin y estamos viendo nacer el 2021, dejando atrás el amargo regusto de tantos planes mandados al garete, tantas personas separadas, tanta gente desesperada por su situación económica, tanto sufrimiento y tantas pérdidas, un regusto que por desgracia nos va a ser difícil eliminar como es comprensible, y más teniendo en cuenta que en los cerebros de nuestros dirigentes no hay nadie al volante. 

Para ilustrar este fin de año, estos días casi liminales entre un año y otro, elijo una de las pocas fotografías que tomé desde el puente internacional de Santiago, un lugar un tanto extraño y también liminal a día de hoy. Antaño punto de finalización de la N-I, homólogo de asfalto de nuestro Ferrocarril del Norte, ha sido despojado de gran parte de su carácter fronterizo y tráfico por y gracias al espacio Schengen y la A-8. A pesar de la peatonalización de este viejo paso sustituido por un puente de hormigón pocos metros más arriba, aún la zona guarda ese regusto de tierra de nadie, de lugar de paso. Las licorerías y los bares de no demasiado buena reputación que quedan abiertos, ya algo decadentes por la menor afluencia de viajeros, ayudan a hacerse una pequeña idea de la actividad económica que en su día creaba por allí la por entonces mucho más palpable frontera y sus aranceles; también la inmensa playa de vías de Plaiaundi, su maraña de catenaria, sus convoyes mercantes en espera, sus grúas y tras todo ello los puentes ferroviarios que salvan el Bidasoa adentrándose en territorio francés guardan aún la esencia de aquellos tiempos, de lugar de paso.


El viejo puente de 1864, que comparten la vía ancha y la vía de ancho internacional, aguanta con dignidad el implacable paso del tiempo, pero no es ajeno al mismo: el primer arco presenta un trozo de sillar caído, y uno de los balconcillos ya tiene una parte de su balaustrada en el fondo del río. Por suerte parece que Fomento efectuará algunas obras de mejora próximamente, haciendo que recupere seguramente el esplendor de viejos tiempos. Quizás esta desidia, no carente de belleza, todo hay que decirlo, en la que se ve inmerso el puente va en consonancia con la pérdida de importancia de la frontera pero también del transporte internacional ferroviario, que aunque no haya cesado es bastante más reducido de lo que era en su día. A día de hoy, además, ningún tren de viajeros lo cruza ya, pues el Surexpreso está a la espera de ser restablecido aunque nada se sabe de la fecha prevista (quizás ni siquiera esté prevista, al menos por parte de Renfe), y el pobre Arco hace meses que desapareció; además, ya ni los trenes franceses parecen hacer el intento de llegar a Irún para facilitar el transbordo, así que en este momento el pobre puente está relegado a un uso puramente mercantil. Por suerte, parece que la SNCF quiere recuperar el nocturno "Paloma Azul" o Lunea París-Hendaya, lo que al menos puede avivar un poco el panorama en dicha estación fronteriza, estancada en el tiempo y sin demasiados viajeros que da casi la misma impresión de desuso que las estaciones de Portbou y Cerbére: en estas el panorama era quizás aún más desolador en ese sentido, dado que ni siquiera las poblaciones a las que sirven, sumidas también en esa decadencia postfronteriza, les dan una mínima actividad de cercanías.


Entre ambos puentes, más cerca del carreteril de Santiago que del señorial puente decimonónico, se encuentra el más modesto pero quizás mejor conservado —que no mantenido— puente del Topo, que cada cuarto de hora pasa dos veces por él, primero cruzando a Hendaya y después de vuelta hacia San Sebastián. No parece que lleve demasiada gente tras la frontera, pero al menos facilita un servicio de trasbordo que las dos compañías nacionales no parecen estar muy interesadas en ofrecer. Éste topo era en realidad el objetivo principal de mi parada en el lugar, pues representaba un valor seguro a la hora de fotografiar alguna circulación allí. No obstante, con un adelanto de varios minutos, llegó una 900 a la estación de Ficoba hacia Amara nada más aparcar, haciendo que la "parada relámpago" prevista fuera alargada una decena de minutos más. Por suerte, el paisaje espectacular que representan estos puentes y el río Bidasoa, frontera natural en sus últimos kilómetros antes de desembocar en la Bahía de Txingudi amenizaron la espera, así como este dichoso tractor de maniobras de la SNCF, una caza verdaderamente inesperada y que me pilló sacando fotos a detalles del puente desde el paseo que hay en la orilla francesa. 


Quién sabe si en un futuro no volverá a estar en auge esta zona, quizás por los aires proteccionistas y estatistas que se vienen respirando los gobiernos ansiosos de manejar nuestro dinero desde hace un tiempo y más gracias a esta pandemia. Esperemos, que en lugar de ese auge del hermetismo, el motivo sea el resurgimiento de los trenes de viajeros convencionales y también del transporte de mercancías por ferrocarril. En fin, estimados lectores y visores, espero que tengáis una feliz navidad y un mejor año 2021 en el que ahora estamos a punto de sellar nuestro pasaporte.


sábado, 21 de noviembre de 2020

Pasando revista a la Imperial


La 355-002 de camino a San Sebastián, 30-IX-2020. Fotografía usada como ilustración en el artículo de Clinnick, R. (21-VI-2021): "Specialist depot for Spanish infrastructure locomotives and trains"; International Rail Journal.

Hace algo más de un mes tuvimos la suerte de ser visitados por la pareja de BT-s de Adif, en misión de reconocimiento por la zona norte, tanto en la línea de Rioja, como en la de Bilbao y en la de Irún. En el caso de estas tierras alavesas y guipuzcoanas, primero nos visitó la 355-002 —llamada en origen “Virgen de las Reyes”, siguiendo la tradición de Talgo de las advocaciones marianas—, y ya después la primera de la serie, llamada “Virgen del Rocío”. Estos prototipos de trenes autopropulsados diésel de alta velocidad y ancho variable fabricados por Talgo a finales de los 90 tienen el récord mundial de velocidad en tracción diésel, habiéndo alcanzado los 256,38Km/h el 12 de junio de 2002 en el Km. 402.2 de la línea Madrid-Barcelona-Francia, tal como rezan las orgullosas calcas que llevan las motrices.

La 355-001 apartada y la dresina de la estación volviendo de sus quehaceres, 7-X-2020.

Escoltados cual deportistas de élite, estrellas de cine, miembros del gobierno o de algún consejo de administración de una empresa del Ibex, por una patrulla de seguridad privada que era a ratos celosa de cualquier acercamiento humano y otras veces más atenta a la conversación entre sus miembros que al objeto de su vigilancia, son la joya de la corona de Adif, usándose algunas veces como trenes oficiales en actos públicos, aunque en general son usados para labores de auscultación. Mientras, la dresina de vía y obras, trabaja entre bambalinas, sin tanta pompa ni boato. 

El autor de las anteriores fotografías y estas líneas retratado por Renfe449 —a quien dedico la serie— ante la 355-001, 7-X-2020.

No me consta ninguna otra circulación de estos curiosos trenes por estos lares, y fue un inmenso placer poder avistar este extraordinario evento; espero que siendo la primera vez, no sea también la última vez que se dejen ver, para disfrute de todos los aficionados de la zona. Este tipo de fotos y momentos son los que, a pesar de todo, han hecho que este fatídico 2020 haya merecido la pena vivirlo.