domingo, 18 de noviembre de 2018

El ocaso

Surexpress remolcado por la 252-035 en Vitoria el 14 de septiembre del 2018 a las 20:48.
Con las últimas luces del día llega el Surexpress a la estación de Vitoria. A estas horas los últimos viajeros del día esperan a su tren, los abuelos llevan a sus nietos a esperar a su padre que viene del trabajo, mientras les hablan del Ferrocarril Vasco-Navarro, de la estación en Los Herrán, del ramal a Estella, de los soldados que hacían “la mili” y colapsaban la estación del Norte. Señores mayores se reúnen para observar las maniobras de los convoyes fuera de servicio mientras comentan la de empleados que cualquier estación pequeña en medio de la nada podía llegar a tener, o el chiste del billete para Dos Hermanas (que según uno de ellos ocurrió en Miranda). Una avispada niña, que desea ser como su amigo Pablo que sabe inglés y no tiene problemas para hacer los ejercicios de la escuela, discute con su abuela sobre la funcionalidad de las ventanas del vestíbulo de la estación, mientras ella y su abuelo halagan la belleza del edificio, construido en 1934.

Es increíble el poder de atracción de la vía. Me di cuenta una tarde mientras estaba pasando el rato en esta misma estación, cuando ante el anuncio del paso de un tren sin parada casi todos los presentes en aquel andén se acercaron a ver pasar el tren, contradiciendo a la megafonía que aconseja no acercarse a la vía: el factor, el vigilante, dos señores trajeados, yo mismo...

«¡Hala, todos a la vía!» le dijo amistosamente el factor al vigilante, que mostró cierto interés en saber cuál era el tren que venía, y después el motivo del retraso del siguiente. «Habrá tenido algún problema al salir de Madrid» le respondió. Poco después comenzaron a divisarse en la lejanía los faros de las 333 que remolcan el bobinero que todas las tardes cruza la ciudad dirigiéndose a Irún, y luego vuelve de madrugada.

Los empleados se afanan en terminar la jornada, el vigilante de seguridad y la azafata de Atención al Cliente charlan amistosamente esperando a los últimos trenes. En ese mismo momento, en el tren, parejas jóvenes yacen en la cama abrazados, hombres de negocios sentados en los mullidos asientos, mujeres tomando café en el coche cafetería, todos esperan a que el tren retome su marcha a Lisboa Santa Apolonia.

Mientras también ocurre el ocaso de este jovial ambiente, el abuelo le comenta con un tono no demasiado alegre a su curioso nieto los planes de futuro de Adif de soterrar todo el recorrido por la ciudad, y convertir la estación en poco más que un centro comercial.

440-207 estacionada en Vitoria tras servir el Lince Madrid-Vitoria el 21 de septiembre a las 20:55