Ayer al mediodía recibí el aviso de la visita de una Medway a Jundiz. En un principio no estaba para nada motivado a salir a su caza, ya que tenía que estudiar para el exámen de Introducción a la Edad Media y me convenía quedarme en casa estudiando. Además, desde que llegué a Vitoria he salido bastante poco de la estación, y no me apetecía irme hasta Jundiz. Poco a poco, la idea de cazar esta preciosidad fue absorbiendo mi cerebro hasta convencerme de desempolvar el casco y coger la bici para recorrer los 8 o 9 kilómetros que distan de mi piso a Jundiz. Me costó bastante llegar ya que las condiciones de la bici, que fue comprada de segunda mano a mediados de curso por unos 20€, distaban de ser las más idóneas para recorrer semejante distancia: el incómodo sillín, la cubierta delantera desgastada, el freno trasero roto, la cadena saltando en el piñón, los cambios que no funcionaban… poca velocidad podía alcanzar con aquel trasto, por lo que a nada que llegaba una pendiente, a parte de reducirse la velocidad a la que iba la cadena saltaba más y más; además no conocía el camino, por lo que creo que perdí bastante tiempo zigzagueando por las calles del barrio de Zabalgana hasta encontrarme con la factoría de Mercedes y las vías del tren, pero aún me quedaba rato hasta llegar al barrio de Crispijana, donde contactaría con Iván para decidir dónde ibamos a darle caza. Al llegar, por suerte, me encontré con una fuente en la que “reposté”, ya que se me olvidó llevarme una botella de agua en la mochila, algo común en mí.
Tras hablar con Iván y decidir que el lugar más idóneo para fotografiarla sería el paso a nivel de Margarita tomé rumbo hacia allí, pasando junto al puerto seco de Jundiz pudiendo observar a la 333-390 de Renfe que acababa de soltar un corte siderúrgico y a la 333-382 de Acciona que estaba maniobrando con un TECO mientras degustaba la hedionda peste a orina que emanaba de las instalaciones de depuración de agua que están justo al lado. Poco antes de llegar al paso superior de la N-I, donde se podía apreciar el pesado tráfico de camiones ralentizado a causa de un accidente, el camino asfaltado llegaba a su fin y la grava y las piedras sueltas hacían peligrar la poca integridad que les quedaba a las cubiertas de mi bici, sin embargo aguantaron bien el trote. Pocos minutos después llegué al paso a nivel, donde nada más llegar yo llegó Iván. Allí pudimos ver la salida de la 333-390 aislada hacia Miranda y al cuarto de hora más o menos la de la 333-382 de Acciona con un precioso TECO de Transitia en dirección a Casetas.
Media hora después aproximadamente dimos caza a Adriana Medway (dicho así parece el nombre de una actriz americana) con otro precioso TECO procedente de Vicálvaro con destino Jundiz. Nada más pasar lo perseguimos hasta el paso elevado de la N-I, donde poco antes de llegar, ante la falta de impulso de la bici por culpa de los saltos de cadena sufrí una caída sin sufrir casi ningún rasguño. Allí pudimos disfrutar de las maniobras y tuvimos oportunidad de sacar bastantes fotos, entre ellas ésta que podéis ver, limpiada digitalmente ya que en ella se apreciaban bastante algunas firmas de los pintores rupestres de siempre. Para entonces, por suerte o por desgracia, el atasco de camiones que había al pasar por primera vez más o menos se había aliviado y no se puede apreciar en la foto, cosa que me hubiera gustado.
De vuelta a la ciudad, mientras manteníamos una interesante conversación y avanzabamos cada vez más despacio por la incapacidad de mi bici de remontar las constantes pero ligeras subidas y bajadas típicas de las colinas de la llanada alavesa, llegamos al puente situado junto a las oficinas de Mercedes, cerca del antiguo apeadero de la Azucarera. Allí fotografiamos el Arco remolcado por la 252-042 del Alvia Picasso. Con esto dimos por terminada una exitosa tarde. Un saludo a los majísimos maquinistas que nos saludaron y pitaron durante la jornada, a Borja que nos proporcionó información, a Iván por su como siempre agradable compañía y a Iker, que por desgracia no llegó a tiempo para verla.